domingo, 27 de julio de 2008

Palabrerio canario

Hola a todos. Si empiezas a leer un libro y en las seis primeras páginas te encuentras, perfectamente colocadas en oraciones totalmente entendibles, un torrente de palabras de rancio sabor canario y que son éstas:


retahila, repollinada, requintadas, birriento, sarandajo, jirivilla, requilorios, esconchabado, las quimbambas, asmado, engrifado, abatatado, las cholas, rehilete, palanquina, desmangallada, pachorra,

puedes pensar tranquilamente que el libro promete.


Si en las mismas seis páginas te encuentras con expresiones como:


sirvienta p'adentro, caldo verguillas, reboso de gente (mucha gente), ojos como chernes, como dejándose caer, me habían hecho gallinas (los zapatos nuevos), al fin y al fallo, no me iba de belingo, es un guineo, una gallina con gogo


puedes apostar lo que quieras que el libro está escrito por alguien de por aquí cerca.


El escritor o la escritora, vete tú a saber, en su cuento o novela corta nos muestra su gran saber de dichos, cosas y gentes de la Gran Canaria. Sitúa la acción entre Las Palmas capital y el pueblo de San Mateo a donde sube al velorio de su amiga de la infancia, Matilde, muerta a los cincuenta y ocho años. Cuenta nuestro escritor, o escritora, la historia en primera persona, en una conversación con la muerta que a veces queda sólo en un monólogo. Y así van apareciendo ante el cadáver los diferentes personajes de la comedia:


" ¡Mi ahijado Manolo! Lo vi de raspafilón, allá a la entrada, y me dio reparo aquella cara de angustia, como si tuviera angurria y no supiera donde ir, perdido más amarillo que un bufo..."


"... otra mujer del pueblo se acercaba. La cara de siempre, tan vista siempre en el campo: cutis tan atezado que ya ni era cutis, sin edad, ojos profundos más que hundidos... y los brazos... tan característicos de los campos nuestros".


("¿Por qué (morir) en el campo, Matilde? ¿Por qué volviste al campo?")
"--Volví porque necesitaba mis raíces, saber, comprobar que había un pueblo, una tierra donde viví mi infancia, mi primera luz..."



Y así va desgranando nuestro escritor, o escritora, los perfiles de los demás personajes: el cacique, la maestra -'la maestrita' dicho con tono socarrón-, el cura, el alcalde; las ricas de la ciudad; las chicas del campo que vienen a servir sólo por la comida, por algún regalo de ropa usada, "mantenidas y la voluntad" para que fueran aprendiendo algo...

"Cuantas madres campurrias tuvieron que deshijarse como una platanera, por librar a sus hijas del fantasma de la escasez, del hambre casi segura..."
"mandarlas a servir a la ciudad, en una rara esclavitud social bajo la tiranía de la señora, que muy rara vez se humanizaba en sus relaciones con estas pobres víctimas inocentes..."
No se anda con paños calientes nuestro autor, o autora, con las señoronas ricas de la ciudad. Como tampoco dice flores del cacique:
"(Vaya, nuestro pueblito caía en la clasificación primera: regalón. Quién iría a decirlo en tiempos de nuestro don Cacique particular, que hasta tenía que decidir si a la maestra nueva, o al cura nuevo, se le hacía el vacío o no: dependía también de quién estuviera de alcalde, alcalde asimismo impuesto por don Cacique, faltaría más.)"
Promete mucho el libro, cuento o novela, de nuestro escritor, o escritora. Voy por la página 44 y son en total 135. Podría seguir copiando párrafos en los que el humor socarrón del isleño sale a relucir, y otros en los que el autor, o autora, del libro canta al campo o al agua:
"La magua del agua, el poso de sequía que todos llevamos dentro...
"aquí cuando cae la lluvia, cuando nos bendice la más humilde garujilla, alzamos las caras para sentirla mejor, como para que nos bendiga uno a uno, para que la bendición nos cale hasta la médula a través de todos nuestros poros ancestralmente sedientos..."
No aguanto más la duda y voy a la contraportada del libro. Nuestra autora, no autor, nació en Las Palmas de Gran Canaria y aquí ha vivido, ha creado familia, ha colaborado en prensa y radio y ha publicado varias obras. Recientemente, su ciudad la nombró Hija Predilecta con todo merecimiento. Nuestra autora, María Dolores de la Fe Bonilla. Y esta novela corta, de la que posiblemente he abusado al copiar tanto párrafo para ti, la tituló "Isla Espiral".
Te deseo un buen día.

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