miércoles, 30 de julio de 2008

Música y Danza

Hola a todos. Me estoy dando últimamente un 'empajón' ¿se decía así? de Música y Danza. Bueno, un atracón si lo prefieres, aunque sarna con gusto no pica. Te conté lo del Ballet Nacional y, aún con regustito dentro del cuerpo, nos fuimos otra vez al Parque Santa Catalina a ver el Ballet de Tokyo. Este día estaba algo cansado, el telón del fondo y laterales eran de color negro y en ocasiones tenía que hacer esfuerzos para no dormirme con la música. Que me perdonen por Dios. De todas formas gocé como un enano porque era música de jazz, de un prestigioso compositor que las grabó en directo en los años cincuenta y sesenta -Duke Ellington- y lo que me perdí en ocasiones era la danza. No obstante sí pude ver a la perfección al menos varios cuadros preciosos que me gustaron a rabiar. Uno con bailarinas y bailarines, japoneses al parecer, muy jovencitos moviéndose casi con alas en el escenario. Otro, una hermosa flor: una joven con traje de color rojo rodeada por bailarines colocados en el suelo como si fueran los sépalos o pétalos; éstos se levantaban y agachaban mientras la chica del traje rojo bailaba; era una preciosa estampa que para mi desconsuelo no pude fotografiar.



Otro día nos fuimos a escuchar la Gala lírica de la Joven Filarmónica Rusa. En este caso el espectáculo es sólo de sonido si bien también causa emoción ver a los jóvenes músicos tocando armoniosamente sus instrumentos. Y escuchar en vivo a los cantantes Edouard Tsanga y Anastasia Kalagina. Ambos estupendos, pero a mí, ¿qué quieres que te diga? me gustó enormemente la voz y la presencia de la joven. Mozart, Glinka, Rimsky-Korsakov, Tchaikovsky y Rachmaninov podían estar tranquilos viendo a tantos jóvenes interpretando sus músicas en Las Palmas de Gran Canaria.



Como ya te comenté hace poco, estuvimos en el Pérez Galdós a ver una ópera. A propósito te voy a dar un consejo gratis. Cuando vayas a una ópera (lo mismo vale para una zarzuela) procura enterarte de qué va el tema, porque yo, despistado como un grillo en una ferretería me pasé todo el primer acto con un "vivo sin vivir en mí". ¿Cómo diablos, me preguntaba, canta Fidelio, el personaje central de la ópera, con voz aflautada, si yo me espero un héroe teutón, representado por tenor de altos vuelos? En el descanso me enteré del truco: Fidelio no era Fidelio; era Leonore, la esposa de Florestán que era uno de los prisioneros del malvado gobernador de la prisión. (Para colmo este gobernador se llamaba Pizarro y en la traducción del cante se situaba las escenas en Sevilla. ¡Fuerte 'cacao', caballero!). Claro, la pobre Leonore, disfrazada de Fidelio, entra en el castillo con la sana intención de liberar al pobre Florestan; y encima, enamora, bien que a su pesar, a Marcelline la hija del carcelero jefe. Bueno, una vez aclarado el embrollo, pude disfrutar mejor de la música de Beethoven (la única ópera de este genio) y de la perfecta puesta en escena sobre todo cuando los prisioneros salen de los calabozos y levantan la pesada losa que tenían encima de ellos.



A la próxima ópera intentaré ir bien informado.



Te deseo un buen día.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Angel, me has hecho reír un rato. Menos mal que yo no fui a esa ópera, porque Oti se queja de que me quedo dormido hasta en una peli de vaqueros.
Por cierto, felicita a tu amigo por la poesía. Como se dice por ahí, todos seguimos viviendo mientras alguien nos recuerda.
Saludos, Antonio.

Anónimo dijo...

Buenos dias,
Mira que confundir a Fidelio con Leonore... cuando de toda la vida se ha sabido que Leonore tenía bigote...
Desde luego admiro tu paciencia para tragarte toda una ópera!
Saludos,
Luis Naranjo

Anónimo dijo...

Muchas gracias Sosa por esas palabras tan bonitas y verdaderas sobre mi padre. Gracias tambien a Fernando por su poema. Un abrazo Milagros R.

Osvaldo dijo...

Si bien me gusta mucho distintos generos musicales, la opera nunca me ha gustado demasiado. En general en mis apartamentos en san bernardo suelo escuchar otros estilos como lo son el blues o el jazz